Aunque es evidente que en el centro escolar al que asisten nuestros hijos pondrán todos los medios para enseñarles a leer, no está de más que, desde casa, les ayudemos con su proceso de aprendizaje.
Para ello podemos:
- Ser su mejor ejemplo. Los niños pequeños aprenden por imitación. Así que es bueno que leamos con ellos de manera diaria y programada, es decir, a hora fija. ¡Nada cómo que nos vean leer a nosotros también!
- Amenizar la lectura dándole vida. Jugar con las voces y caracterizar a los personajes pueden convertir un rato de lectura en un espacio personal de diversión para el pequeño.
- Dejar que elija sus propios libros. Es recomendable visitar librerías, bibliotecas y tiendas y darle su tiempo para escoger. Si el niño escoge su propia lectura le resultará mucho más atrayente. Nosotros deberemos vigilar que el texto, extensión e imágenes sean adecuados a su edad, capacidad y gustos personales.
- Contarles cuentos e historias que incentiven su imaginación y les hagan disfrutar.
- Participar en actividades que fomenten la lectura. En las bibliotecas, librerías y centros de ocio infantil suelen organizarlas.
- A la hora de leer debemos asegurarnos de que el niño ha entendido lo que hemos leído. Sólo si lo comprende podrá disfrutar de ello.
- Nunca castigarle ni hacerle ningún reproche a cerca de su velocidad, sus errores o sus dificultades. Convirtamos su momento de lectura en un momento de diversión libre de presiones y objetivos a alcanzar en un plazo determinado.
- Felicitarle por sus logros. Expresiones como “ahora lees mucho más rápido” etc darán una idea precisa al niño de cómo y porqué está avanzando en su aprendizaje.
- Asociar la lectura a momentos positivos: cumpleaños infantiles, Navidad etc.
- Animar a escribir, pues ambos aprendizajes están relacionados y se alimentan el uno al otro.
No olvidemos que en el centro escolar de nuestros hijos pueden darnos toda la orientación y ayuda que precisemos. ¡No tengamos miedo de preguntarles!
Lorena Martín, maestra de primaria.